miércoles, 18 de diciembre de 2019

Historias del San Julián: decadencia y abandono en el siglo XX.

*Este artículo es la cuarta parte de una serie de entregas sobre el desarrollo histórico de la fortaleza de San Julián. Recomiendo leer los tres primeros, cuyos enlaces dispongo a continuación: primera partesegunda parte y tercera parte.

Imagen 1. Foto hacia la fortaleza de San Julián desde la batería General Ordóñez. El terreno lleno
de árboles y vegetación, en un estado descuidado puede ser una buena metáfora de lo que vamos a ver.

Como veníamos comentando al final del último artículo, la fortaleza de San Julián sufrió una mutación en el primer tercio del siglo XX de baluarte defensivo de primera línea a una simple construcción de carácter de almacén y cuartel, además de prisión militar. Este proceso no fue rápido ni total, pues sus baterías seguían estando en activo. Este proceso no es más que parte del proceso general de reestructuración de las defensas cartageneras, que se centran más que nunca en la costa -cuya máxima prueba en el sentido de este blog es la construcción de la batería General Ordoñez, cuyos cañones podían apuntar y apuntaban tan sólo al mar. A priori este proceso le daría mayor importancia al San Julián, así como Galeras y Atalaya. Pero ya en el artículo anterior comentamos las piezas claves y últimas en la pérdida de importancia del San Julián, las mismas para los otros castillos.

Imagen 2. Flanco Oriental del alcance de la batería General Ordóñez.

Paulatina desaparición del San Julián en los planes militares:

La situación del castillo se convierte casi en despreciable para la organización de la defensa. Así, por ejemplo, en el Plan de Defensas de Costas de 1912 no figura ninguna actuación sobre esta construcción. En estos años el buque acorazado, con cañones de más de 300 mm, está llegando a su apogeo, poniendo en apuros cualquier defensa costera que no se adaptara rápido a la capacidad destructiva de estas fortalezas flotantes. Los cañones más poderosos de Cartagena en estos años tenían un alcance de 12 km y una velocidad de proyectil muy lenta, siendo ya ampliamente superados por una flota enemiga de vanguardia. Era de prioridad inmediata revertir esta situación.

Parece que lo alto del San Julián, especialmente la fortaleza, ya no servía para este tipo de guerra. Es muy posible que no se pensara en esta ubicación debido a que la batería General Ordóñez ya podía cumplir más o menos con este objetivo, aunque sus baterías de 200 mm no podrían detener a los buques más pesados. Sin embargo, podría prestar apoyo a la batalla colocando su fuego entre los cañones mayores. Pero la fortaleza no estaba preparada ni mucho menos para alojar en ella cañones tan grandes -por eso se construyó la batería anexa-. Y ya no merecía la pena gastar grandes cantidades de dinero en su remodelación.

Imagen 3. Plano de las defensas de Cartagena en el primer tercio del siglo XX. Aforca.

Durante estos años el servicio logístico de la fortaleza se hace notar en ejemplos como el alojamiento de tropas del 2º batallón del Regimiento de Infantería “España" en su regreso de Marruecos -inmerso en la Guerra del Rif- en 1922. Esto nos demuestra también la capacidad del castillo, pues en un batallón estamos hablando de cientos de hombres, posiblemente más de mil.

La posición del San Julián también fue obviada del Plan de Artillado de los Frentes Marítimos de 1926, que por otro lado no llegó a realizarse. También se obvió del denominado Despliegue Vickers de baterías antiaéreas que se llevó a cabo durante la dictadura de Primo de Rivera y la II República. Este despliegue se hizo en las modernas baterías de Jorel, Parajola, Aguilones y la Chapa, todas construidas en el siglo XX.

En los años 1930 era más que evidente el desfase del San Julián, especialmente con la construcción de las baterías de Cenizas y Castillitos, artilladas con poderosísimos cañones de 381 mm y un alcance de 35 kilómetros, de marca Vickers también. Estos cañones volvían a dar seguridad a la plaza de Cartagena ante posibles ataques de los más modernos acorazados de estos años. Las comparaciones con los cañones de 150 mm con los que se artilló originalmente nuestra fortaleza pueden ser odiosas.

Imagen 4. Despliegue Vickers de cañones en la década de 1930
y el alcance artillero de cada batería. Aforca.
Prisión militar:

Con todo esto, vemos que la función principal del San Julián no podía ser otra ya que la de prisión militar: una zona aislada, de complicado acceso y difícil escape, así como grandes zonas libres de otros usos.

Imagen 5. González Carrasco, sentado el tercero por la
izquierda. Limpia.centro.eu.com.
Durante la II República, nuestro castillo está catalogado oficialmente como prisión militar -Egea Bruno, 4-. El primer gran ejemplo de ello lo tenemos en enero de 1934, cuando algunos de los principales promotores del Golpe de Estado de Sanjurjo en 1932 llegan para cumplir condena dentro de los muros. Son amnistiados en abril del mismo año. En mayo entra a cumplir otra breve condena otro militar conspirador contra la república: Manuel González Carrasco, el cuál lideraría el intento de golpe de estado de julio de 1936 sin éxito en Valencia.

En octubre de 1934 se produjo la Huelga General Revolucionaria contra el gobierno radical-cedista. Este intento revolucionario fallido en todo el país produjo una severa represión, que llenó las cárceles. El San Julián se llenó de militares encarcelados, tras un breve espacio de tiempo en que los reos fueron reduciéndose en número. Llegaron a la fortificación presos de todo el país a partir de enero de 1935, militares como Juan Ricart March y policías como Gabriel Torrens Llombart -colaboró con la revolución en Asturias-.

En enero de 1936 algunos presos del San Julián se declararon en huelga de hambre para denunciar la causa de un aviador condenado a tres años en el castillo por motivos de “aberración moral”. El caso trasciende y agrupaciones socialistas de la ciudad llegan a presionar al alcalde para que tome cartas en el asunto. Este se limita al principio en intentar que los presos detengan la huelga de hambre. Ante la presión del alargamiento de esta situación, el alcalde acabó escribiendo al ministro de Justicia, que sumada a la presión popular, ordenó la aplicación de una amnistía. Sin embargo a finales de marzo aún hay noticias de reclamaciones de liberación de presos.

Últimos "servicios" militares:

Como curiosidad, y como prueba de la capacidad de avistamiento desde el San Julián, fue desde esta posición donde se avistó por primera vez la venida de la 206 brigada en la noche del 5 de marzo de 1939. Estos soldados llegaban para sofocar la rebelión de la ciudad contra la república y a favor de los alzados en el contexto de la Guerra Civil Española (1936-1939).

Imagen 6. Destructor Almirante Valdés, uno de los que
huyeron de Cartagena. Por Basilio.
También, en estos días de incertidumbre sobre el control de la ciudad, recibió la fortaleza la orden de disparar contra la flota republicana amarrada en el puerto si esta no marchaba -prefería el generalato republicano hundirla a que cayese en manos franquistas-. Esto nos muestra que aún estaba preparada la fortaleza para presentar batalla, aunque su armamento y pertrechos no estuviesen actualizados. Sin embargo, la intención última de los elementos franquistas en esta acción fue dejar a la República sin flota -esta huyó a Túnez, donde las fuerzas francesas la entregaron a Franco- para despojar a la ciudad de su principal defensa, que ya no eran los castillos.

Tras la Guerra Civil:

Tras la guerra, el San Julián continuó su papel como prisión militar. En los documentos de la época aparece como parte del Campo de Concentración de Cartagena, siendo uno de los 11 campos de concentración de la provincia. Se convirtió así en un baluarte de la represión franquista tras la caída de la ciudad en manos de los alzados contra la república.

En 1947, con la nueva denominación de C-6, el castillo de San Julián es apartado definitivamente de la defensa de costa. A partir de este momento es cuando realmente su única función es la de prisión militar. Su dirección recae en el Gobierno Militar de Cartagena. Sin embargo, no será desarmado hasta 1960.

Su historia desde entonces ha sido muy monótona, Guimaraens ha realizado un estupendo trabajo de sintetización por años de los acontecimientos del San Julián desde la Guerra Civil hasta casi la actualidad. Tenemos documentos de reparaciones de averías y de desperfectos causados por el paso del tiempo, informes sobre el estado de la construcción, estudios para probar las posibilidades del castillo como prisión para cierto tipo de prisioneros militares concretos, etc. Pero no existe ningún acontecimiento de relevancia durante la Dictadura Franquista (1939-1975) más allá de un proyecto no ejecutado de readecuación de la construcción por valor de 4.060.000 pesetas en 1968, así como la instalación de una antena de RNE y TVE en 1970.

Abandono definitivo:

Durante la Transición (1975-1982) podemos destacar hechos como las mejoras en instalación eléctrica, la demolición de una cocina exterior a la fortificación y el choque entre el Gobierno Militar -propietario del castillo- y Peñarroya, que realiza un amojonamiento dentro del recinto del foso del castillo.

Imagen 7. Tejero tomando como
rehenes a los diputados en el 23F.
Destaca el hecho de la condena a Antonio Tejero por el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Esta fue de treinta años a cumplir en el castillo de San Julián. Sin embargo, el golpista nunca llegó a pisar esta construcción, pues se alegó su mal estado de conservación para seguir actuando de prisión militar. Tejero tuvo que cumplir condena en otra prisión.

En los años posteriores se denota un abandono mayor de las instalaciones. A finales de los años 80 sólo encontramos noticias como la de la instalación de un repetidor de VHF para la Policía Militar. También tenemos por estos años los proyectos de cimentación y levantamiento de las torres de antenas que podemos ver hoy día.

Imagen 8. Vistas del mar desde el San Julián, así como de muchas de sus antenas instaladas.

El golpe de gracia al ya semiabandonado San Julián fue el Plan Norte. Este reorganizaba todo el ejército a nivel nacional, suponiendo el fin del despliegue militar ocupando el territorio nacional, y su reagrupación en cuarteles. En Cartagena supone el fin de la Artillería de Costa y la disolución del Gobierno Militar de la ciudad y de las unidades militares desplegadas en Cartagena entre 1995-96. En última instancia, se produjo el abandono completo o casi completo de todas las instalaciones militares de la defensa costera, incluido el San Julián. En 1995 la propiedad del castillo pasaría del Ministerio de Defensa a Telefónica -actual propietaria-, debido al interés estratégico que tiene en telecomunicaciones. Hasta la actualidad no han existido acontecimientos de relevancia.

Fuentes:
  • Desconocido (2004) Baterías Vickers de 105/45 A. A. http://www.aforca.org/vikers_105_45f.htm
  • Desconocido (2004) Baterías Vickers de 38.1. Aforca. http://www.aforca.org/vikers_38_1f.htm
  • Desconocido (2004) Patrimonio. Arquitectura militar en Cartagena. Edad Comtemporánea. Siglo XX. Aforca. http://www.aforca.org/siglo_xx.htm
  • Egea Bruno, P M (2011) La amnistía de febrero de 1936 en Cartagena: verdad y versión. Aproximación a las claves de un proceso de mixtificación política. Espacio, tiempo y forma. Serie V, historia contemporánea. Págs: 221-242.
  • González, M (1993) El 'Plan Norte' del Ejercito suprime todas las capitanías y disuelve sus cinco divisiones. Artículo de prensa recuperado digitalmente en: https://elpais.com/diario/1993/03/05/espana/731286025_850215.html
  • Iniesta Sanmartín, A & Martínez López, J. A (coords) (sin fecha) Estudio y catalogación de las defensas de Cartagena y su bahía. Servicio de patrimonio histórico. Pág. 589.
  • Santaella Pascual, F (sin fecha) El artillado del frente marítimo de la base naval de Cartagena como consecuencia de los buques acorazados. Cartagena Histórica, cuaderno monográfico Nº 3.
Imágenes:

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