domingo, 10 de noviembre de 2019

Primeras intenciones serias y construcción definitiva de la fortificación

*Para leer este artículo es recomendable leer su predecesor, pero igualmente haremos una breve introducción para recordar las condiciones en las que dejamos la fortaleza.


Sánchez, R (2013) Castillo de San Julián Cartagena.

La construcción del castillo de San Julián fue muy tardía, como ya hemos comentado. Mientras el resto de las fortificaciones que envuelven la ciudad de Cartagena fueron construidas como muy tarde a finales del siglo XVIII, no fue hasta la década de 1880 cuando se terminó de levantar nuestro emplazamiento. Los motivos fueron varios: falta de presupuesto, la condición de puesto de apoyo secundario de la ubicación, y por lo tanto, la visión de la cima de este monte como un punto donde un pequeño enclave de simple observación era suficiente. Aun así, fueron varios los ingenieros militares que entendieron necesaria la construcción de un amplio fuerte fortificado, como Juan José de Ordovás, subordinado de Leando Badarán, interesado también en esta construcción.

Vista del mar desde las faldas del San Julián. Autoría propia.
En el siglo XIX la situación comenzó a cambiar. Tras las Guerras Napoleónicas (1800-1815) el uso de la artillería se entendió como vital, y la mejora de esta tecnología dio un salto cualitativo y cuantitativo. La ubicación de San Julián tomaba entonces importancia, tanto para prestar apoyo a la artillería costera, como para evitar la toma enemiga de la colina y su uso contra la ciudad, así como completar la defensa de una ciudad en crecimiento, cuya área urbana volvía a crecer por encima de sus defensas. Una ciudad que, además, tomaba importancia dentro de la estructura militar -era base naval permanente desde el siglo XVII- y además, la existencia del arsenal hacía necesaria una defensa contundente. Además, el término del resto de fortificaciones permitió redistribuir los gastos en esta nueva construcción.

Argos Vega, M. A. (2017) Cañón de 24 libras.
Hay que entender también que, en el caso del uso de la artillería por un enemigo, no hay que contar tan sólo con el posible bombardeo de la ciudad y el arsenal. Tras las Guerras Napoleónicas queda patente que el buen uso de la artillería puede decantar la batalla hacia un bando u otro. La posición del San Julián es privilegiada para el uso de cañones que den apoyo a las batallas en el Este de la ciudad. Así, la toma de este monte por una fuerza enemiga podría comprometer la defensa de la ciudad. Ordovás ya tenía muy clara esta visión en 1799 en su alegato en defensa de esta fortificación, y con los años esta opinión se vería muy reforzada por el resto de los ingenieros militares que estudiaban las defensas de la ciudad. En 1801, por ejemplo, Manuel Caballero, otro ingeniero militar, pone de manifiesto nuevamente esta necesidad.

Al inicio de la Guerra de Independencia (1808-1813) tenemos un pequeño emplazamiento artillero desprovisto de almacenes y víveres de envergadura, sin capacidad para defenderse de un ataque contundente. Con las tropas francesas ocupando el territorio español sin mayor dificultad, la ciudad de Cartagena, en estado de alarma, revisa su capacidad defensiva. Ante las constantes amenazas navales, la defensa costera se mantiene en un nivel mejorable, pero muy aceptable. Además, el ataque por mar se descarta debido a la protección de la escuadra española y la ahora aliada británica.

Sánchez, R (2014) Castillo de San Julián. Cartagena.
Las preocupaciones se derivan entonces a la defensa ante un eventual ataque francés por tierra. Por primera vez se instala en la cima del San Julián una guarnición de cientos de hombres. Es ahora también cuando retornamos a la torre circular de la discordia. Ante lo comentado hasta ahora, es evidente que alguna mejora debió existir en la cima del San Julián. Las fuentes nos hablan de la retirada por parte de tropas inglesas del precario puesto de artillería y la construcción de una pequeña fortificación, la torre comentada. Sea cierto o no, estamos hablando ya del comienzo serio de fortificación de esta ubicación.

Más avanzado el siglo XIX -segundo cuarto de siglo-, las preocupaciones retornan a la defensa costera. Los avances comentados en artillería, sumados a los navales de nuevo ponían en un compromiso la efectiva defensa de la ciudad y su arsenal. Una pequeña flota podría atacar y dañar seriamente elementos de la ciudad sin tener que hacer grandes maniobras. Por ello se hizo necesaria la instalación de nuevas y más poderosas armas de artillería. Efectivamente, tenemos baterías de costa en estos momentos, pero estas ya en el siglo XIX pueden considerarse obsoletas, o al menos en proceso de obsolescencia. Su número es escaso, y sus posiciones bastante mejorables.

Sumado a esto, también se imponía en este momento la idea de “protección exterior”, es decir, la construcción de defensas más o menos fuera del perímetro de la ciudad. ¿El objetivo de esto? Mantener al enemigo alejado de la ciudad, y torpedear el ataque todo lo posible. Probablemente esta idea se dio debido a la posibilidad de materializarla, pues la defensa básica de la ciudad estaba toda construida.

El llamado “Informe Medina” presentado en 1860 fue determinante para la construcción de esta fortaleza. Sus conclusiones respecto al monte San Julián fueron tres:

  • Efectivamente, la ciudad era demasiado vulnerable a un ataque por mar sin una buena fortificación.
  • Era posible un bombardeo enemigo a la ciudad -y relativamente fácil-.
  • La destrucción del arsenal por una fuerza enemiga relativamente pequeña era una opción muy real.

Hernav, J (2018) Batería de costa Santa Ana Acasamatada.
Se procedió a la mejora de las baterías costeras y la construcción de nuevas, pero el objetivo final de esto debería ser una fortaleza que sirviera, por decirlo de alguna manera, de centro neurálgico de las defensas del margen oriental de la bocana del puerto. El castillo de San Julián se convertiría así en el eje central de la defensa de esta zona. Una vez construido, y formaría parte de la segunda línea defensiva de la ciudad, esa superposición de defensas que haría comenzar los combates más duros en los montes, donde la defensa de un punto de altura es muy fácil frente a un ataque enemigo. Todo esto eran recomendaciones del Informe Medina.

La construcción definitiva del castillo de San Julián fue aprobada en la Real Orden del 31 de Mayo de 1861. Esta atendía las demandas del Plan de Defensa de 1860, y dispuso un crédito de 30 millones de reales de vellón -de los que evidentemente, sólo una parte fueron para nuestra fortaleza-. La construcción de defensas consideradas aún más prioritarias fue la que se llevó a cabo primero, por lo que aún debió esperar la ciudad muchos años para ver terminada la fortificación del San Julián. Sin embargo, al ver el número de cañones que se pretenden instalar en el castillo, unos 37, comprendemos también la importancia que se le dio a esta batería. Se convertiría en la batería de cañones más poderosa de la ciudad, rivalizándole tan sólo la batería de la Poladera, con 36 cañones. Una vez terminada la construcción, se arroja un jarro de agua fría, teniendo el San Julián un número final mucho más reducido de cañones.

Sánchez, R (2013) Castillo de San Julián Cartagena Murcia.
La construcción al fin terminó definitivamente en 1888, una fecha muy tardía para el tipo de defensa que representaba. Se le ha llegado a apodar como “el castillo más moderno de Europa”, y muchos autores no se explican por qué se construyó una fortaleza que nos recuerda a la Edad Moderna en fechas tan tardías. Podríamos decir que el castillo se inauguró ya desfasado.
  

Fuentes:
*Las imágenes fuera de mi autoría han sido obtenidas a través de flickr.com

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