Podemos ver que el castillo de
San Julián presenta una planta de fortaleza abaluartada. Desde los primeros
planes de fortificación del enclave, la fortificación abaluartada siempre ha
sido la opción elegida para la construcción. Vamos a ver por qué.
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Imagen 1. Podemos ver una vista magnífica los baluartes de la fortaleza rodeados en rojo.
Agoviz (Gómez Vizcaíno). |
Desde el
siglo XVI este tipo de fortificación se impuso como respuesta al desarrollo de
la artillería. Ya a finales del siglo XV el desarrollo de esta última obligó
el replanteamiento del sistema defensivo. Las altas torres y murallas
precedentes eran ya demasiado vulnerables a los disparos de cañones, por lo
tanto, hubo que reducir su altura y modificar el plano que recibía los golpes
de proyectil para resistirlos lo mejor posible. Así nació la fortificación
abaluartada: una construcción generalmente poligonal, de líneas rectas que
acababan en un ángulo cerrado que apuntaba siempre a la dirección del ataque
enemigo -esto recuerda al blindaje inclinado de los tanques de combate, para
hacer rebotar el proyectil enemigo-.
El baluarte estaba preparado para tener artillería en su interior, especialmente en los salientes de la fortificación. Estos salientes estaban dispuestos de forma que en la defensa del perímetro más inmediato a sus muros, un fuego cruzado desde las posiciones defensivas dejara en una situación muy difícil al atacante.
El baluarte estaba preparado para tener artillería en su interior, especialmente en los salientes de la fortificación. Estos salientes estaban dispuestos de forma que en la defensa del perímetro más inmediato a sus muros, un fuego cruzado desde las posiciones defensivas dejara en una situación muy difícil al atacante.
Sin embargo, viendo nuestro
castillo vemos que su planta es irregular. Esto se debe a que sufrió muchas
fases constructivas de planes distintos. La tardanza en su construcción provocó
esta desigualdad entre las primeras zonas construidas y las últimas. Pero sí
podemos ver que presenta las características más generales de una fortificación
abaluartada.
El sistema de abaluartamiento en
el siglo XVI, se combinó pronto con la protección de un manto de tierra poco
compactada, debido a su resistencia frente a los ataques de artillería. Así
podemos verlo con el caso de la muralla de Felipe II, con baluartes a lo largo
de su recorrido. El principal problema de este revestimiento, como podemos ver
también en esta muralla. Sabemos que pocos años después de la construcción de
la muralla, el concejo ya estaba pidiendo revestirla de un material más
resistente a los agentes atmosféricos, lo cual acabó llevándose a cabo.
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Imagen 2. Representación del baluarte de una muralla. Imagen de Scott Foresman (2007) Dibujo de un bastión. |
Hay que atender al hecho de que
la posición del San Julián se consideraba inexpugnable. Debemos preguntarnos
entonces la necesidad de construir la fortificación en forma de baluarte, lo
cuál es más costoso. Según Guimaraens, la respuesta a esta cuestión está en la
defensa de flanco y la intención de aprovechar el fuego cruzado que se puede
dar en gran parte del sistema defensivo de Cartagena. Además, ante una posible
ofensiva de soldados enemigos a la posición, esta sería mucho mejor defendida
con el sistema abaluartado.
Como ya hemos comentado
anteriormente, el castillo de San Julián se terminó de construir ya desfasado.
A finales del siglo XIX el abaluartamiento comenzaba lentamente su agónica
decadencia. El desarrollo de nuevas técnicas militares, con ejércitos cada vez
más especializados y una potencia de fuego que no hacía sino aumentar
exponencialmente desde hacía siglos, estaba convirtiendo poco a poco estas
estructuras defensivas tan grandes -sí, pese a reducir el tamaño desde la Edad
Media- en fáciles dianas. Especialmente armas
como el famoso cañón Krupp de mediados del siglo XIX, comenzaron a obligar nuevamente
a replantearse los sistemas defensivos. Es por ello por lo que es difícil de
entender por que el San Julián acabó siendo construido de esta forma. Quizá se
priorizó una simple defensa de una ubicación cuyo asalto se pensaba difícil
para el enemigo.
Este castillo representa por todo
lo dicho el final de una etapa de varios siglos del desarrollo de la defensa
militar. Es el último castillo de Europa y el último baluarte. La completa
decadencia de este sistema defensivo se dio con el “golpe de gracia” de la
aparición de los primeros aviones de combate en la Primera Guerra Mundial, para
los cuáles una fortificación abaluartada era un objetivo muy fácil. De esta
manera, la defensa volvió a mutar hacia sistemas más pequeños y escondidos en
la medida de lo posible. Esto lo podemos ver por ejemplo en la Batería de Cenizas, construida medio siglo después.
Fuentes:
- Iniesta Sanmartín, A & Martínez López, J. A (coords) (sin fecha) Estudio y catalogación de las defensas de Cartagena y su bahía. Servicio de patrimonio histórico. Págs 127-129, 588-589.
- Martínez et alii... (2014) Las defensas de la Cartagena renacentista: evidencias arqueológicas recientes de las murallas de Carlos I y Felipe II. Anales de Prehistoria y Arqueología. Págs 180-202.
- Molina Molina, A. L (2008) Cartagena y su término: de la Edad Media al siglo XIX. Estudios sobre desarrollo regional. Págs 25-60.
- Ros McDonnell, D. R & Jiménez Meca M. J. González Avilés, A. B (ed) (2017) El castillo de San Julián de Cartagena. Defensive Architecture of the Mediterranean. XV to XVIII centuries. Vol VI. Págs 199-206.
Imágenes:
- Imagen 1: Agoviz (2005) Vista aérea del castillo de San Julián. Obtenida de http://www.aforca.org/img/fotos/sanjulian_01_foto_18_790x520_50.jpg
- Imagen 2: Scott Foresman (2007) Dibujo de un bastión. Obtenida de https://es.wikipedia.org/wiki/Baluarte#/media/Archivo:Bastion_(PSF).jpg
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