sábado, 30 de noviembre de 2019

Visitando el San Julián: la subida, la batería anexa y la puerta Este.

El domingo 24 de noviembre me dispuse de nuevo a visitar el castillo de San Julián con mi padre. Esta vez teníamos un día de atmósfera asombrosamente calmada, lo que nos permitió llegar y desarrollar nuestra actividad sin problemas.

A diferencia de nuestro anterior intento de alcanzar el castillo, esta vez nos dispusimos a subir por el camino que lo conecta con el Barrio de Santa Lucía. Concretamente, este camino comienza fuera del barrio, en la carretera que conecta con Cala Cortina, después de sobrepasar la rotonda que contiene la famosa grúa Sansón. En este tramo ya nos podemos hacer la primera idea de lo que vamos a encontrarnos cuando lleguemos al final. 

Imagen 2.
Imagen 1.
El camino comienza asfaltado, pero un asfaltado seguramente realizado cuando los militares aún trabajaban en él. Se conserva entre metro y medio y dos metros de este material, aproximadamente, existiendo mayor parte del camino de tierra que de asfalto. Esto no es una queja, pues casi todos los visitantes suben a pie, probablemente dado el miedo de esta subida. Y es que, conforme avanzamos, la inclinación del monte San Julián es cada vez mayor, debiendo superarla por un camino en "S", que curiosamente, en ciertos tramos presenta un estado de conservación del asfalto mejor, pero parece ser un asfaltado más antiguo. Pese a esto, en algunos tramos sólo hay camino de tierra. En las imágenes 1 y 2, que se pueden ampliar pinchando en ellas, podemos hacernos una idea de como es este camino. En la imagen 3 podemos ver lo realmente inclinada que se torna la cuesta arriba de este monte en el último tramo. Por supuesto la construcción que vemos arriba es el castillo.

Imagen 3. El San Julián desde el camino de acceso.

Desde esta imagen ya podemos hacernos una idea de las dificultades con las que se encontraría un ejército enemigo pasa asaltar la fortificación: una pendiente imposible de salvar sin recorrer caminos en "S", bajo el fuego de artillería y de fusil desde una posición privilegiada para masacrar al invasor. El camino desde Trincabotijas se torna muy parecido, como veremos más adelante. La única buena noticia para el atacante es que, aparentemente al menos -aunque en la bibliografía no se ha encontrado sobre ello- no hay trincheras por la zona. El monte es de piedra, más difícil de excavar, aunque hay que tener en cuenta que la línea de defensa planteada es el castillo en sí. Atrás quedaban ya en el siglo XIX los tiempos en los que Don Blas de Lezo defendió el castillo de San Felipe en Cartagena de Indias en una explanada llena de trincheras aquel abril de 1741.

Imagen 4. Vista desde la entrada del castillo
Santa Lucía y buena parte del 
Campo de Cartagena.
Una vez llegados a lo más alto del monte -sin contar con el propio castillo- nos vamos haciendo una idea también del control territorial absoluto e indiscutible de esta ubicación. Así lo vemos en las imágenes 4 y 5.

*Recuerdo que pinchando las imágenes, estas se amplían, algo que además animo a hacer. Las fotos no son de gran calidad, pero merece la pena verlas en detalle.

Imagen 5. Vista desde la entrada del San Julián hacia el Este. Vemos Sierra
Gorda y el monte Calvario a la izquierda. A la derecha, el Valle de
Escombreras y la batería del General Ordóñez.
Como vemos en la imagen 5, lo primero que vemos al llegar a la cima del monte es la batería del General Ordóñez -derecha-. Las fuentes difieren sobre su fecha de construcción, que oscila entre "principios del siglo XX" y los "años 30" del mismo siglo. Lo que sí sabemos con certeza es que esta modesta batería se construyó para albergar mejores y más poderosos cañones -por lo tanto, más grandes- en la posición. Desde entonces, San Julián se convertiría principalmente en zona de acuartelamiento de esta batería, más que un recinto artillado propio.

Menos de medio siglo tardó el San Julián en considerarse oficialmente una fortificación desfasada, como nos demuestra la construcción de esta batería. En estos años probablemente la construcción sólo era útil para almacenar comida, agua, munición, y albergar soldados, lo cuál tampoco es una tarea menor, pero secundaria para lo que fue diseñada.

Imagen 6. Camino de entrada Este a la fortaleza.
Después de observar dicha batería, procedemos a entrar en el castillo. La entrada Este viene precedida de un pequeño pasillo con la anchura suficiente para un carro de caballos o un pequeño vehículo militar. El camino está flanqueado por dos muretes de mampostería que, junto a los árboles de los lados, nos dan la sensación de pasar por un túnel. 


Imagen 7. Puerta de entrada Este.
Tras este sencillo paso, nos encontramos con la puerta de la fortificación. He de comentar en este momento que quedé impresionado negativamente: pensé que esta puerta, a la que desembocaba un camino que llegaba desde la ciudad, y que era desde la cuál se abastecía a la batería del General Ordóñez -por la otra puerta de la fortificación el acceso es imposible- sería más grande. Es un acceso peatonal muy simple. Es evidente que una gran puerta ostentosa no debía ser debido a las características funcionales de estas construcciones, y que suelen ser antiestéticas. Con esta puerta entendemos ya la estrechez del último tramo del camino. Desde la imagen 7 podemos ver además la reja metálica que es la puerta de acceso, que suponemos que es la misma o muy similar a la que cerraba el acceso en los tiempos de actividad militar. Cuesta imaginar que la entrada tuviese una capacidad de retención tan débil, pues esos barrotes de metal son fácilmente maleables.


Imagen 8. Vista del foso de la fortificación en la entrada Este.
Llegando a la puerta vemos el foso que rodea el San Julián. De este foso lo interesante es que no está excavado totalmente en la tierra, sino de forma parcial. Un muro exterior completa el lado externo del foso y se levanta una distancia variable del suelo, dependiendo de la zona.

En este punto cualquier visitante puede pensar que el asalto a la fortificación sería muy sencillo en este paso de la hipotética batalla. Podría entenderse que, apoyando el peso de la defensa en la colina escarpada donde está construida la fortaleza, se pensara que la ofensiva, si llegara a las puertas, llegaría muy debilitada, aguardándole frescas tropas del interior. De hecho, teniendo en cuenta que el castillo fue diseñado y construido principalmente para rechazar ataques enemigos desde el mar, se podría entender una defensa mucho más laxa en esta puerta. 

Imagen 9. Aspilleras de la caponera apuntando al puente de
entrada. 
No obstante, enseguida nos damos cuenta en la puerta de la existencia de un buen número de aspilleras laterales -cuyo interior parece derrumbado- diseñadas para sorprender al enemigo. Además, desde esta caponera se vislumbra un tejado donde poder apostar más soldados. Sí, esta entrada estaba defendida, aunque podría mejorarse la disposición de su defensa. Sin duda se cuidó más la puerta Oeste, de la que hablaremos más adelante.


Imagen 10. Mitad Este del patio interior.
Tras esto nos disponemos a entrar en la fortaleza. La entrada es a través de un pequeño pasillo donde vemos las primeras puertas tapiadas. Al cruzarlo vemos un patio de grandes dimensiones, con la famosa torre británica al fondo -imagen 12-. 





Imagen 11. Portal tapiado.
En las imágenes 10 y 11 vemos como todos los accesos al interior de la fortificación -sus distintas salas- están sellados. No es de extrañar dado el lamentable estado de conservación producido por décadas de abandono, fuertes vientos, alta humedad y los minúsculos pero numerosos terremotos producidos por las activas fallas tectónicas de la provincia. Imaginamos que también serían tapiadas las entradas para evitar un mayor volumen de saqueo, muy practicado en todas las baterías, castillos y cuarteles tras la entrada en vigor del Plan Norte en 1994. Mi padre, que desde el abandono militar dedicó mucho tiempo a la visita de todo este conjunto, cuenta como vio inactas las piezas de la mayor parte de baterías y castillos, y como muy poco tiempo después todas las piezas de valor desaparecieron. El San Julián no sería menos.


Imagen 12. Patio interior. 

Con esta foto del interior de la fortaleza despedimos este artículo. Esta es nuestra primera visión al atravesar el pequeño túnel de entrada. Podemos ver detalles como las antenas de comunicación, la torre circular de la discordia, y la fachada de los almacenes de munición y pólvora. En la segunda parte, que promete ser muy interesante, hablaremos de todos ellos.


Fuentes:
  • Desconocido (sin fecha) Castillos de España. Batería del General Ordóñez. Castillosnet. https://www.castillosnet.org/espana/informacion.php?ref=MU-CAS-513
  • Iniesta Sanmartín, A & Martínez López, J. A (coords) (sin fecha) Estudio y catalogación de las defensas de Cartagena y su bahía. Servicio de patrimonio histórico. Págs 346, 588.
*Todas las imágenes son de producción propia y de uso libre.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Historias del San Julián: primera mitad del siglo XIX.



Infografía de autoría propia.

Imagen 1. Vista del mar desde la cima del monte San Julián.
A la izquierda, el puerto moderno de Escombreras.
Pese a ser un castillo tan tardío como hemos podido ver, el San Julián, o el emplazamiento de este, ha tenido una vida llena de acontecimientos de relevancia. Al igual que con el tema sobre la construcción de la fortaleza, considero demasiado largo para un sólo artículo tratar todos estos hitos históricos, así que los he dividido en varias entregas. Esta primera hablará de los acontecimientos acaecidos desde inicios del siglo XIX hasta el asedio de Cartagena de 1844 tras la rebelión progresista de ese año. Hay que aclarar que comenzamos ya en el siglo XIX debido a que desde estos años hacia atrás, su posición es prácticamente irrelevante en los hechos históricos.

Como ya sabemos, en los primeros años del siglo, la cumbre del monte San Julián no era la poderosa fortificación abaluartada que es hoy día. Las preocupaciones militares estaban hasta estos años en otros temas y la ubicación se hallaba es un estado entre el abandono y cierta necesidad de mantener un puesto armado y ocupado por soldados. Así, siempre existiría algún tipo de fortificación en la zona.

Imagen 2. Control territorial sobre el Este de la ciudad y el
Campo de Cartagena. 
Nos cuenta Guimaraens que la posición fue desartillada en junio de 1808, un mes después de la invasión francesa de España, ante el miedo a que esta -con su potencia artillera- cayera a manos enemigas debido a la falta de soldados que pudiesen defenderlo in situ. Cartagena estaba en estado de alerta debido a las derrotas militares contra la Grande Armée y todas las fuentes consultadas hablan de un gran esfuerzo por perfeccionar las defensas terrestres de la ciudad. En los informes militares de estos años podemos ver como las preocupaciones sobre el San Julián que ya tenían recorrido de décadas, se afianzaron. Las fuerzas francesas y afrancesadas nunca llegaron a atacar la ciudad, por lo que no se pudo poner a prueba estas defensas. Pocos años después, acercándose el final de la guerra, la posición debió ser artillada de nuevo, tras la intervención británica que sabemos que tuvo lugar hacia 1812 y en la que muy posiblemente se construyera la torre circular que hoy día se conserva dentro de la estructura de la fortificación.

Tras el fin de la guerra en 1814 hubo unos años tranquilos. Sabemos que Cartagena entró en declive y durante los siguientes años no tuvo una historia demasiado agitada, exceptuando las acciones militares del Trienio Liberal de 1820-1823, y especialmente la invasión de los Cien Mil Hijos de San 
Luis, que pone punto final a la experiencia reformista. Cartagena fue la última ciudad en caer ante las tropas francesas. Y aunque esto no fue determinante, las acciones ofensivas sobre Cartagena valieron para reforzar aún más las tesis de la necesidad de construir una fortificación poderosa en la cima del San Julián. 


Imagen 3. Vistas de la bahía.

Hay que dejar pasar casi dos décadas de historia más para ver otro acontecimiento relevante acaecido en el San Julián. Hablamos de la rebelión cartagenera iniciada el 1 de febrero de 1844. Egea Bruno nos recuerda el estado de sería crisis de la ciudad a lo largo de esta mitad del siglo XIX y que provoca un caldo de cultivo para un cíclico estallido social. De hecho, tan sólo un año antes había acontecido otra insurrección de la ciudad. El pronunciamiento iniciado por un sector del ejército destinado en la ciudad -y que siguió al levantamiento de Alicante tes días antes- fue prontamente seguido por el resto de soldados y las clases bajas de la ciudad, arruinadas. A continuación siguió un movimiento descabezado y que avanzaba sobre la marcha, esperando la respuesta gubernamental. 

La situación generalizada de rebelión militar fue contenida con éxito por el gobierno moderado. El 4 de marzo del mismo año, los sitiadores de Cartagena, que dominaban el teatro de operaciones manteniendo en jaque a Alicante y bloqueado el puerto murciano, se disponían a iniciar un avance militar por el frente de Escombreras. Ese día comenzó el primer gran enfrentamiento militar alrededor del monte San Julián, del cuál ya hemos explicado en artículos anteriores su importancia estratégica en los frentes de Escombreras-Santa Lucía.  Las tropas sitiadoras avanzaron por el valle de Escombreras obligando a los insurrectos a retirarse hasta el monte San Julián. Allí intentaron realizar una última defensa del frente de Escombreras aprovechando las buenas condiciones de defensa que ofrecía según cuenta el general a cargo de la ofensiva, De La Concha, citado por Rubio Paredes. 



Imagen 4. El puerto de Escombreras desde la batería del General Ordóñez.

Los defensores, al mando del general Ruíz Martínez decidieron tras los acontecimientos artillar la cumbre del monte con una Colisa -cañón montado sobre una plataforma que gira- para poder prestar apoyo artillero a la defensa en los alrededores del enclave. Es muy probable, aunque no se sabe con certeza, que el intento de instalación del arma en las alturas de aquél monte provocara un enfrentamiento militar entre sitiadores -que no podían permitir ni la rotura del cerco militar ni mucho menos la instalación de una "batería" que amenazara sus posiciones en Escombreras- y sitiados, cuya llegada e instalación de la Colisa supondría a buen seguro un golpe de moral al conseguir una victoria táctica de relevancia. 



Imagen 5. Vista del frente montañoso que protege San Julián
de ataques desde tierra. 
Personalmente opino que este enfrentamiento debió ocurrir, debido a que es poco probable que los sitiadores abandonaran tan importante posición, que debía ser reconquistada por los defensores por necesidades obvias de la defensa de la plaza. También podría darse el caso de quedar la ubicación en tierra de nadie, y ante la venida de las tropas alzadas, los gubernamentales decidieran intentar evitar la operación. En cualquier caso, los sitiados consiguieron su objetivo de artillar la cumbre, causando una severa derrota táctica a los sitiadores y facilitando la defensa de la ciudad. Pero esto no fue suficiente para impedir la caída de esta.

Hay que destacar que por estos años, pese a no estar aún construido el definitivo castillo, las fuentes primarias hablan del "Castillo de San Julián", cuando en principio no debería existir nada en esa localización más allá de la torre circular inglesa y una pequeña disposición de armas y fortificaciones puntuales de campaña. Por ejemplo, en 1845 el coronel jefe de Ingenieros de Cartagena, citado por Iniesta SanMartín y Martínez López, habla de la cumbre del San Julián dejando ver que existía alguna fortificación:


"...una especie de terraza sencilla, dirigiendo todos sus fuegos a la parte de tierra, con su foso, explanadas y merlones en su parapeto cerrado por la gola con un muro sencillo; se construyó un camino que desde dicho fuerte baja al mar"

Coincido con los autores que analizan este hecho, en que debieron referirse a la torre, pero además creo que la referencia del enclave como castillo no responde sino también a una intención de igualar estratégicamente esta posición con las del castillo de Galeras o el de la Atalaya. También podría ser simple "pereza" de nombrar de forma distinta esta construcción.

Estos años son de grandes cambios militares, tanto en las formas como en el fondo. Los hechos históricos aquí contados no hacen más que reafirmar la necesidad de construir una fortificación en San Julián, dentro de un plan general de reorganización, adaptación, o actualización del estado de la defensa. Si hasta ahora esta posición era poco relevante para el atacante y para el defensor, ahora ambos están descubriendo las capacidades militares que puede ofrecer.

*Actualización: la historia del San Julián continúa en un siguiente artículo sobre la Guerra Cantonal de 1873-1874.


Fuentes:
  • Egea Bruno, P M (1995) Los motines cartageneros de febrero-marzo de 1844. Murgetana. Nº91. Págs: 57-67. 
  • Guillermo Guimaraens Igual (2007). El último hálito de la fortificación abaluartada. El fuerte de San Julián de Cartagena. Universidad de Valencia.
  • Iniesta Sanmartín, A & Martínez López, J. A (coords) (sin fecha) Estudio y catalogación de las defensas de Cartagena y su bahía. Servicio de patrimonio histórico. Págs 127-129, 588-589.
  • Molina Molina, A. L (2008) Cartagena y su término: de la Edad Media al siglo XIX. Estudios sobre desarrollo regional. 
  • Ros McDonnell, D. R & Jiménez Meca M. J. González Avilés, A. B (ed) (2017) El castillo de San Julián de Cartagena. Defensive Architecture of the Mediterranean. XV to XVIII centuries. Vol VI. Págs 199-206.
  • Rubio Paredes, J M (2007) El levantamiento progresista de 1844 en Cartagena. Cartagena Histórica Nº33. https://archivo.cartagena.es/gestion/documentos/19770.pdf
*Todas las imágenes son de producción propia y de uso libre.

sábado, 23 de noviembre de 2019

Sobre la fortificación abaluartada

Podemos ver que el castillo de San Julián presenta una planta de fortaleza abaluartada. Desde los primeros planes de fortificación del enclave, la fortificación abaluartada siempre ha sido la opción elegida para la construcción. Vamos a ver por qué.
Imagen 1. Podemos ver una vista magnífica los baluartes de la fortaleza rodeados en rojo. 
Agoviz (Gómez Vizcaíno).

Desde el siglo XVI este tipo de fortificación se impuso como respuesta al desarrollo de la artillería. Ya a finales del siglo XV el desarrollo de esta última obligó el replanteamiento del sistema defensivo. Las altas torres y murallas precedentes eran ya demasiado vulnerables a los disparos de cañones, por lo tanto, hubo que reducir su altura y modificar el plano que recibía los golpes de proyectil para resistirlos lo mejor posible. Así nació la fortificación abaluartada: una construcción generalmente poligonal, de líneas rectas que acababan en un ángulo cerrado que apuntaba siempre a la dirección del ataque enemigo -esto recuerda al blindaje inclinado de los tanques de combate, para hacer rebotar el proyectil enemigo-. 

El baluarte estaba preparado para tener artillería en su interior, especialmente en los salientes de la fortificación. Estos salientes estaban dispuestos de forma que en la defensa del perímetro más inmediato a sus muros, un fuego cruzado desde las posiciones defensivas dejara en una situación muy difícil al atacante. 

Sin embargo, viendo nuestro castillo vemos que su planta es irregular. Esto se debe a que sufrió muchas fases constructivas de planes distintos. La tardanza en su construcción provocó esta desigualdad entre las primeras zonas construidas y las últimas. Pero sí podemos ver que presenta las características más generales de una fortificación abaluartada. 

El sistema de abaluartamiento en el siglo XVI, se combinó pronto con la protección de un manto de tierra poco compactada, debido a su resistencia frente a los ataques de artillería. Así podemos verlo con el caso de la muralla de Felipe II, con baluartes a lo largo de su recorrido. El principal problema de este revestimiento, como podemos ver también en esta muralla. Sabemos que pocos años después de la construcción de la muralla, el concejo ya estaba pidiendo revestirla de un material más resistente a los agentes atmosféricos, lo cual acabó llevándose a cabo.

Imagen 2. Representación del baluarte de una muralla. Imagen de Scott Foresman (2007) Dibujo de un bastión.

Hay que atender al hecho de que la posición del San Julián se consideraba inexpugnable. Debemos preguntarnos entonces la necesidad de construir la fortificación en forma de baluarte, lo cuál es más costoso. Según Guimaraens, la respuesta a esta cuestión está en la defensa de flanco y la intención de aprovechar el fuego cruzado que se puede dar en gran parte del sistema defensivo de Cartagena. Además, ante una posible ofensiva de soldados enemigos a la posición, esta sería mucho mejor defendida con el sistema abaluartado.

Como ya hemos comentado anteriormente, el castillo de San Julián se terminó de construir ya desfasado. A finales del siglo XIX el abaluartamiento comenzaba lentamente su agónica decadencia. El desarrollo de nuevas técnicas militares, con ejércitos cada vez más especializados y una potencia de fuego que no hacía sino aumentar exponencialmente desde hacía siglos, estaba convirtiendo poco a poco estas estructuras defensivas tan grandes -sí, pese a reducir el tamaño desde la Edad Media- en fáciles dianas. Especialmente armas como el famoso cañón Krupp de mediados del siglo XIX, comenzaron a obligar nuevamente a replantearse los sistemas defensivos. Es por ello por lo que es difícil de entender por que el San Julián acabó siendo construido de esta forma. Quizá se priorizó una simple defensa de una ubicación cuyo asalto se pensaba difícil para el enemigo.

Este castillo representa por todo lo dicho el final de una etapa de varios siglos del desarrollo de la defensa militar. Es el último castillo de Europa y el último baluarte. La completa decadencia de este sistema defensivo se dio con el “golpe de gracia” de la aparición de los primeros aviones de combate en la Primera Guerra Mundial, para los cuáles una fortificación abaluartada era un objetivo muy fácil. De esta manera, la defensa volvió a mutar hacia sistemas más pequeños y escondidos en la medida de lo posible. Esto lo podemos ver por ejemplo en la Batería de Cenizas, construida medio siglo después.

Fuentes:
  • Iniesta Sanmartín, A & Martínez López, J. A (coords) (sin fecha) Estudio y catalogación de las defensas de Cartagena y su bahía. Servicio de patrimonio histórico. Págs 127-129, 588-589.
  • Martínez et alii... (2014) Las defensas de la Cartagena renacentista: evidencias arqueológicas recientes de las murallas de Carlos I y Felipe II. Anales de Prehistoria y Arqueología. Págs 180-202.
  • Molina Molina, A. L (2008) Cartagena y su término: de la Edad Media al siglo XIX. Estudios sobre desarrollo regional. Págs 25-60.
  • Ros McDonnell, D. R & Jiménez Meca M. J. González Avilés, A. B (ed) (2017) El castillo de San Julián de Cartagena. Defensive Architecture of the Mediterranean. XV to XVIII centuries. Vol VI. Págs 199-206.
Imágenes:

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Funciones de la fortaleza dentro del sistema defensivo decimonónico de Cartagena


Ya hemos hablado en los anteriores artículos sobre las funciones del castillo, pero ahora nos vamos a centrar en analizar detenidamente estas cuestiones. Vamos en este artículo a analizar los porqués y los objetivos de estas funciones militares. Vamos a hacernos una pregunta antes de seguir leyendo: ¿El castillo de San Julián fue realmente útil? Vamos a intentar responder lo más acertadamente posible, usando principalmente los datos que hemos visto hasta ahora.


Elaboración propia.

Vamos a desarrollar las funciones comentadas en la imagen:

Imagen 1. Rubén Sánchez (2013) Castillo De San Julián
Cartagena Murcia.
En cuanto al control territorial, sabemos que el castillo se sitúa en el monte más alto del margen oriental de la bocana, y uno de los más altos de Cartagena. No sólo eso, sino que los montes de su alrededor son mucho más bajos. Esto le da a nuestra fortaleza una capacidad de control territorial y de avistamiento única en este sector de la defensa, como podemos ver en la imagen. 

Esta condición, como sabemos, fue aprovechada siglos atrás de la construcción de la fortaleza, con un puesto de vigía del que no sabemos el momento de su establecimiento. Con señales de humo se avisaba a la ciudad de la llegada de tropas enemigas, que podían ser avistadas en toda la bahía de Escombreras, así como la bocana e incluso la zona occidental de la bocana y el mar abierto -función que compartía con el castillo de Galeras-, pero además el dominio visual sobre el Campo de Cartagena y Escombreras es absoluto. La construcción de la fortaleza podría reforzar las funciones de vigía, al permitir un mayor número de soldados instalados en la ubicación y unas mejores instalaciones para la tarea.

Imagen 2. Murcianboy (2007) Castillo de San Julián,
Cartagena (España)
En cuanto a la necesidad de evitar el aprovechamiento enemigo del monte, esto fue uno de los puntos principales en la defensa por parte de los ingenieros militares de finales del siglo XVIII y principios del XIX para la construcción de la fortaleza. Hasta el levantamiento de la plaza fuerte, un ataque enemigo que rompiera las defensas costeras tendría relativamente fácil la conquista del monte. Sin embargo, esta visión estratégica no se dio hasta el siglo XVIII, debido a las tácticas militares acontecidas en los siglos precedentes, y el estado del avance en armamento


No es descabellado pensar que hasta el siglo XVIII ningún enemigo podría pensar en un ataque a Cartagena comenzando por un desembarco en la costa oriental. Hasta inicios de este siglo la defensa de la ciudad se hallaba en precarias condiciones, denunciadas por los ingenieros militares y la propia localidad de Cartagena. Los turcos demostraron la facilidad de llegar a las puertas de la ciudad en su desembarco del día de Santa Mónica en 1561 a través de la Algameca -buscando el arrabal-. De ataques como estos se aprendió, reforzando la defensa de la zona, aunque por ejemplo, el Castillo de Galeras no se construiría hasta 200 años después. 


Esta situación cambió con el desarrollo defensivo del margen occidental en el siglo XVIII. A buen seguro esto sería una motivación para defensores y atacantes. Los primeros por poder, ahora, destinar más recursos a esta zona menos protegida, los segundos por buscar puntos débiles en la defensa de la plaza. La solución que se dió fue la construcción de baterías como la de Santa Ana Acasamatada -esta primero como fortín- en la costa oriental de la bocana, una zona de fácil desembarco. 


Con el avance militar, décadas después se empezó a pensar en la posibilidad de ver rebasadas estas defensas en caso de un ataque contundente. Entonces se empezó a proponer la construcción de nuestro castillo. El Plan O'Donell de 1860 contemplaba la facilidad con la que un enemigo podría tomar la posición sin el castillo. En este caso podrían ser utilizadas contra la ciudad algunas de las baterías de costa, así como la propia cima. Pero con una fortificación sólida en la altura se podría retener y frustrar los planes enemigos.


Imagen 3. Rubén Sánchez (2013) Castillo de San Julián
Cartagena.

Esto nos lleva a enlazar la siguiente cuestión, que es la función para albergar tropas regularmente. En el Informe Medina de 1860 se comentaba mantener hasta 800 soldados de forma permanente en la construcción. Hoy día es una cantidad muy importante de soldados, pero en el siglo XIX lo era notablemente más. ¿Por que tantos soldados? Pues para garantizar la defensa de este enclave estratégico, y para apoyar activa y decisivamente a las defensas de costa. 

Una fortaleza capaz de dar cabida a cientos de soldados permitiría la existencia de un punto avanzado en la defensa, con la capacidad suficiente como para lidiar con cualquier ataque enemigo que pudiera darse en margen oriental de la ciudad. Así mismo sería capaz de defenderse de un asalto enemigo, pudiendo destinar soldados tanto al combate "cuerpo a cuerpo" como al uso de los cañones. 


Atendiendo a la estrategia militar, es de primer orden el establecimiento de un puesto con esta capacidad de infantería. Algo básico en la defensa: abundantes soldados.


En cuanto a la defensa de Santa Lucía, así como su control territorial, eran unas necesidades inmediatas en el siglo XIX. En el crecimiento exponencial de la ciudad de Cartagena desde hacía siglos (sin mencionar la crisis de inicios del siglo XIX) se habían construido barrios y zonas residenciales fuera de la estructura de defensa, en especial fuera de los muros. 

Vista de Cartagena desde el San Julián, donde destacamos la proximidad de Santa Lucía. Original de Peñalver, A (sin fecha).
https://www.pinterest.cl/pin/460141286919157791/?lp=true


Santa Lucía creció desde el siglo XVII, pero de forma limitada. A mediados del siglo XIX el barrio se convirtió en una zona de importante poder y prestigio, símbolo de esto su experiencia fallida como municipio propio entre 1842-1843. En la actualidad quedan registros arqueológicos en forma de viviendas de aquel siglo, que nos demuestran el poder económico de muchos habitantes del barrio. Es natural que este hecho impulsara junto con las demás necesidades la construcción de la fortaleza. Un camino que conecta directamente el barrio con la fortaleza demuestra también esta necesidad de defensa.

Esta misma situación comentada, un siglo antes hubiese supuesto la ampliación de la muralla -como se procedió entre 1771 y 1786. Pero en pleno siglo XIX esta construcción defensiva había quedado totalmente desfasada y testigo de la historia. Es muy probable además que muchas casas del propio barrio de Santa Lucía se construyeran con materiales robados a la muralla, como nos cuentan fuentes orales de la ciudad. 

Por otro lado, el apoyo a las baterías costeras del margen oriental fue siempre uno de los objetivos más deseados por los defensores de la construcción de la fortaleza. Los soldados apostados en la cima del monte podrían acudir rápidamente al socorro de las baterías existentes en las posiciones inferiores. Esta misión recorrería el camino antiguo por la ladera Oeste del monte y que conecta con Trincabotijas. Camino que además fue construido para el paso de vehículos ligeros y caballería para tal fin.

El apoyo artillero también es importante en este caso. Ya hemos visto en un artículo anterior que la batería de la fortaleza acabó teniendo un número importante de cañones, si bien no todos los que se proyectaron en un inicio. Es difícil pensar en un apoyo efectivo al ataque de buques enemigos situados en aguas profundas, aunque el desarrollo artillero del siglo XIX lo haría posible. Pero es más fácil pensar en un apoyo artillero desde el San Julián a las posibles batallas de tierra. Me imagino el fuerte de Santa Ana asaltado por tropas británicas bajo el fuego de los cañones del San Julián. Una imagen que por suerte no hemos podido ver.

Plano de Cartagena y sus defensas costeras en el siglo XX. En naranja la localización del San Julián en la parte superior central. Original de Aforca. Autor desconocido. http://www.aforca.org/siglo_xx.htm

Por último, el importante el papel del San Julián en los planes de reforzamiento de las defensas de Cartagena lo hemos podido comprobar en el resto de puntos. La fortificación del San Julián era una necesidad desde todas las perspectivas en el siglo XIX e incluso podría decir que antes. Mantener los combates fuera del área urbana era uno de las principales tareas de la fortaleza en este sentido.

Esta construcción sigue el inevitable desarrollo histórico de los planes defensivos de la plaza fuerte, dotada de un arsenal y siendo base permanente de la flota mediterránea desde el siglo XVII: reforzar cada vez más la defensa, cubriendo los puntos débiles y reforzando los ya cubiertos constantemente. Una línea histórica quebrada tras la Segunda Guerra Mundial, con el comienzo del desmantelamiento de algunos elementos de la defensa. 

Con todos los datos aportados podemos concluir en que el castillo de San Julián era de una utilidad de importante orden. No obstante, esta utilidad estaba quedando desfasada incluso antes de construirse, debido al imparable avance de la tecnología y estrategia militar. 

Imágenes: 

sábado, 16 de noviembre de 2019

Perspectivas de la fortaleza de San Julián: visita a sus apoyos costeros.


Margen suroccidental del monte de San Julián, desde Cala Cortina.

El domingo 10 de Noviembre me dispuse a visitar la fortaleza de San Julián por la mañana. El plan era llegar en coche a la playa de Cala Cortina, y desde ahí subir por el camino que conecta San Julián con las baterías de costa situadas fuera de la bocana del puerto, y desde las cuales se ve Escombreras. Me acompañó mi padre, cartagenero y amante del senderismo, de la Historia, y especialmente de la historia militar. Él decidió subir por ese camino, el más largo de los tres que conectan con la fortaleza , a las 11 de la mañana, y con alerta amarilla por fuertes vientos. Tras una breve discusión le hago entender que es mejor subir al San Julián en otro momento con una atmósfera más calmada, así que decidimos visitar la zona de costa.

Vistas desde el acceso costero a San Julián y Trincabotijas.

Entiendo que este blog habla de la fortaleza, pero creo que también es importante visitar y estudiar los sistemas defensivos a los que debía dar apoyo. Los sistemas de los que ya sabemos que los ingenieros militares de finales del siglo XVIII y el XIX veían como insuficientes, ante la inexistencia de una fortaleza vertebradora de la defensa del margen oriental de la bocana.

Las baterías visitadas fueron las de Trincabotijas Baja y Alta, de una forma muy limitada, pues el peligro de desprendimientos hizo que el Ministerio de Defensa -propietario de la zona- prohibiera el paso en muchos puntos.

Cruce de caminos entre San Julián y Trincabotijas Baja, donde se nos prohíbe acceder al último.

Trincabotijas Baja tiene sus orígenes como emplazamiento defensivo en el siglo XVII, debido a su posición privilegiada para avistar y encañonar flotas enemigas. Su altura respecto al nivel del mar -50/55 metros- es idónea también para plantear un sistema defensivo en estos años, pues la capacidad artillera de los años del Siglo de Oro da una ventaja a los disparos en altura. Esta batería tiene así la altura perfecta para conjugar visión de altura y no demasiada lejanía de los potenciales objetivos a batir, dificultando el cañoneo a esta desde buques enemigos. La batería sería reformada en la segunda mitad del siglo XVIII y nuevamente en la década de 1860, quedando en el aspecto casi similar que tiene actualmente. 

Trasamundo (2010) Batería de Trincabotijas Alta. Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:CT_Bateria_de_Trincabotijas_Alta.JPG

Por su parte, Trincabotijas Alta fue construida posteriormente. Esta batería tiene aparentemente una estructura más sencilla, como una hilada de cañones -que evidentemente nos tenemos que imaginar- en el pequeño plano que hay en lo alto del monte de estas baterías. Este emplazamiento no sigue más que el recorrido histórico de la defensa de una plaza fuerte como Cartagena, instalando defensas cada vez a mayor altura, según las necesidades y el avance de la tecnología militar. También parece obedecer a una cierta necesidad de disposición de las baterías, pues Trincabotijas Baja está en mejor posición para defender directamente la entrada del puerto, mientras esta parece orientarse en cierta manera hacia Escombreras. 

Vista del monte San Julián desde Trincabotijas Alta. 

Además de esta foto, en este enlace podemos disfrutar de una panorámica realizada desde la misma ubicación, que nos ayuda a poner en perspectiva la importancia estratégica del San Julián, que vemos que domina todo el territorio a su alrededor. 

Ambas baterías eran suministradas por un amplio polvorín situado a media altura en el mismo monte donde se encuentran. Una pequeña red de túneles con vías los conectaba. Nuevamente no es posible la visita al polvorín debido a su estado de conservación, así que debemos hacernos un esquema mental para entender el funcionamiento de todo este sistema.


Elaboración propia.

Estas baterías representan la idea de dominio territorial, que posteriormente se ratificaría con la construcción definitiva de nuestra fortaleza. Es evidente que esta zona, sin un punto de apoyo lo suficientemente fuerte, se convirtió en vulnerable ante ataques enemigos ya en el siglo XVIII y especialmente, en el XIX. La fortaleza de San Julián les permitiría un suministro de soldados y víveres en caso de ser necesarios, así como un fuerte respaldo de retaguardia ante un ataque frontal. A su vez, nuestra fortaleza no sería lo que fue sin esa red de baterías costeras a sus pies, que representaban la primera y más poderosa línea de defensa de la ciudad.

*Actualización: Mi compañera María Jover ha realizado una infografía interesante sobre las baterías de costa que podemos ver aquí.

*Recomiendo a todo aquel que se anime a visitar estas instalaciones que lo haga con mucha precaución. Especialmente recomiendo que se respeten las prohibiciones de paso, pues muchos puntos están en un estado de ruina muy avanzado.

*Las imágenes no citadas son producidas por mí y de uso libre. Pido disculpas por su mejorable calidad: no pude llevar la cámara de fotos a la visita y tuve que hacerlas con el móvil. Creo que pese a este impedimento, merecen la pena.

Fuentes:




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